En el marco de la campaña “Tiempo de educar”, la plataforma Scholaris propuso un encuentro público con el fin de ahondar en cuestiones decisivas acerca de la identidad y de la sexualidad humanas. Ante más de 500 asistentes, que abarrotaron el auditorio de la Mutua Madrileña, tuvo lugar el pasado jueves 2 de febrero una mesa redonda con los autores de Nadie nace en un cuerpo equivocado (ed. Deusto, 2022) y el profesor y médico italiano Alberto Frigerio.
“Movidos por un ideal educativo común deseamos responder a algunos de los retos que existen actualmente, ofreciendo un espacio de diálogo y juicio sobre grandes cuestiones”, afirmaba Juan R. de la Serna, Director de la Fundación Internacional de Educación, al inicio del encuentro. “Deseamos acompañar a nuestros hijos y alumnos a hacerse adultos, a alcanzar su madurez; para ello, es muy importante cultivar la verdad, saber quiénes somos, abrirse al encuentro del otro, ayudarnos a generar vínculos. (…). Es tiempo de maestros, de lugares, donde sea posible educar. Por eso, es tiempo de libertad”.
Nieves González Rico, médico y sexóloga, quien moderaba el acto, señaló al inicio del mismo: “Muchos adolescentes quieren cambiarse de sexo porque dicen “sentirse en un cuerpo equivocado”. ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo podemos acompañarlos como padres? (…) Los centros educativos afrontáis también muchos retos. Hoy estamos aquí para ayudarnos a comprender. ¿Puedo querer el cuerpo que soy?”.
José Errasti, psicólogo y profesor universitario, expuso algunos de los fundamentos que están detrás del movimiento queer: “Al hilo de la posmodernidad, la “sub-cultura” queer ha pretendido reinventarlo todo, asumiendo como modelo y regla general lo que en otro momento solo se había considerado como una “anomalía”. (…). La fluidez de los estereotipos sexuales se ha querido proyectar a la idea misma del sexo. (…). Por otro lado, la argumentación académica se ha diluído según “escalas de discriminación”. Ya no es relevante lo que se dice sino quién lo dice”.
Siguiendo este planteamiento, Marino Pérez, también psicólogo y miembro de la Academia de Psicología de España, insistió en que “el movimiento queer se ha apoderado en buena medida del discurso cultural, careciendo de fundamentos filosóficos o científicos”. Marino subrayó cómo el discurso posmoderno que, después de un periodo de decadencia, volvió a revitalizarse en las universidades americanas, puso el acento en lo que está construido, en los sentimientos y en las reacciones de las personas: “La realidad desaparece y todo queda impregnado por los sentimientos” (…) Esta ideología, que pasa por ser muy progresista, ha sido adoptada por la izquierda identitaria, que se ha hecho fuerte sobre una defensa sentimental de las identidades, ya se trate de individuos o de minorías oprimidas por cualquier condición. Sentimientos elevados a categoría de ley. Esta izquierda identitaria se ha aliado de manera sorprendente con el neo-liberalismo, para el que los deseos deben ser constantemente satisfechos en una dinámica consumista”.
Alberto Frigerio, médico y profesor de bioética, trató de esclarecer “por qué es tan difícil llegar a ser lo que uno es”, poniendo encima de la mesa los factores más importantes que concurren en el emerger de la auto-conciencia. “La identidad implica una continuidad del propio ser. (…) Nos damos cuenta de que muchos rasgos de nuestra vida cambian constantemente (a nivel físico, laboral, psicológico, etc.). ¿Quién soy yo? El ser humano está llamado a tomar conciencia de sí mismo. Pero la respuesta a esta pregunta está comprometida gravemente en estos momentos”. Aludió a la crisis de la familia y a la globalización como dos grandes fenómenos que “distorsionan las coordenadas histórico-culturales en las que la identidad se forma”. Estas claves generan cambios muy importantes en la forma de vivir la sexualidad: “modelos sexuales fluidos (con toda la desorientación que implica), la mentalidad capitalista, por la que todo se convierte en mercancía, y la concepción de la libertad como una auto-determinación absoluta. Sin embargo, tenemos que reconocer la complejidad de la sexualidad humana. En el ser humano la sexualidad está biológicamente dada, psicológicamente elaborada y moralmente elegida. De este modo, podemos reconocer tres registros: el sexo (dimensión biológica, genital, cerebral, etc.), el género (percepción psicológica de la propia identidad y percepción sociológica) y la orientación sexual (atracción). Esta concordancia supone -estadísticamente- la norma; sin embargo, el género y la orientación no son una extensión inevitable del sexo. La teoría de género, asociada a la tercera ola del feminismo, dice algo verdadero y es que no todo está determinado biológicamente en la sexualidad humana. Sin embargo, no por ello podemos decir que el sexo sea algo superfluo, como viene a decir dicha teoría. Así, el elemento biológico no predetermina pero sí orienta nuestra forma de habitar el mundo, porque constituye el potencial para el crecimiento personal, que madura en plenitud en la medida en que el dato natural es asumido (…) El sujeto, sostenido, por la comunidad, tiene la tarea de reconocer (con sufrimiento, pero de manera posible) su ser masculino o femenino y asumir su apertura al otro que es sexualmente diferente”.
En la segunda ronda de preguntas, se afrontó el problema educativo: ¿qué claves es necesario poner en juego para favorecer una auto-conciencia madura y sana? José Errasti ahondó en la relación entre respeto y verdad: “Un maestro tiene la tarea fundamental de educar en la verdad. Esta es la verdadera forma de respetarnos. El respeto puede implicar que no nos demos la razón. No podemos dejar de decir la verdad por miedo a las reacciones contrarias”. A su vez, insistió en la necesidad de romper los muros del individualismo, “que dificulta enormemente una auto-conciencia madura, que siempre es social porque estamos abiertos a los demás por naturaleza. No podemos seguir subrayando un tipo de educación que solo tiende a fijarse en uno mismo. Nos enfrentamos a las peores cifras de salud mental desde que constan las estadísticas, y esto se debe en gran medida al hedonismo y al individualismo; en esta perspectiva los otros son valiosos solo de manera instrumental. Nos hacemos esclavos del sentimentalismo que nos lleva a aceptar que solo es verdad lo que sentimos, como aquella campaña de Coca Cola que afirmaba: `si lo sientes es real´”.
Por su parte, el médico y profesor italiano, Alberto Frigerio, profundizó en la necesidad de abordar seriamente el problema educativo, que no puede quedar reducido a recetas o indicaciones prácticas: “La educación es una introducción a la realidad, pero lo que hoy está en discusión es justamente el sentido de la realidad. El sujeto debe aprender “el oficio de vivir” haciendo experiencia, poniéndose en juego. Por ello, es fundamental preservar y construir lugares de vida, como la escuela, cuerpos intermedios, donde se pueda testimoniar y buscar el sentido de las cosas, también de la sexualidad. Es necesario redescubrir el sentido de la sexualidad, como llamada a la comunión generativa. Varón y hembra son limitados pero están llamados a abrirse a lo diferente. El punto cardinal para afrontar la emergencia educativa, también en el campo de la sexualidad, es construir lugares civiles de amistad, en los que comunicar, compartir y verificar las razones que sostienen nuestra vida. Los grandes criterios que viven en nosotros -de bondad, felicidad, belleza y justicia- necesitan de la educación, de un lugar de amistad”.
En su intervención final, el profesor Marino Pérez aludió a la importancia educativa de las cuestiones tratadas: “Es necesario ayudar a nuestros hijos a afrontar las dificultades, no a quitárselas. No podemos tratar a los niños solo según su vulnerabilidad. Convertimos aspectos normales de la vida en categorías clínicas que dan lugar a nuevos fenómenos: son los padres ahora los que tienen miedo de los niños. Se han invertido así los papeles. Es necesario recuperar el valor de la dependencia (frente a la autonomía), el valor de la estima de los demás (frente a la auto-estima inflada), el valor del descentramiento (frente a una concepción comercial de la felicidad)”.
Reflexionando acerca de la forma en que es adecuado acompañar a los adolescentes que puedan expresar situaciones como la disforia de género, Frigerio concluyó así: “el valor de cada persona es inestimable, haga, piense o diga lo que sea. Pero si yo acompaño a alguien debo preguntarme qué estilo de vida puede ayudarle más. Con discreción, es necesario indicar modelos de vida buena, sin escandalizarse, con tenacidad y con capacidad de aceptar una mutua corrección”. En la misma dirección contestó también el psicólogo José Errasti: “tenemos que ser muy cautos, buscando respuestas comedidas, sin grandes aspavientos, con capacidad de diálogo, buscando cuáles son las causas que están detrás de fenómenos como el de la disforia de género”.
Nieves González, en la conclusión del encuentro, señaló: “¿qué nos llevamos después de este diálogo? El tema de hoy se debe debatir. Educar es ir al fondo de la realidad, como hemos escuchado. Buscar juntos la verdad es la manera más adecuada de respetarnos. No podemos prescindir de nuestro cuerpo, a través del cual vivimos todo. Somos don y tarea; es verdad -como se ha dicho que no estamos totalmente determinados por nuestra naturaleza pero la realización de nuestra vida, a través de la libertad, debe partir del don que es nuestra vida, de lo que se nos ha entregado. El camino no está exento de retos. ¿Quién nos puede ayudar? Es fundamental estar acompañados, también como adultos. Es la condición para vivir plenamente. En un mundo muy solitario es fundamental favorecer espacios de amistad, como hoy se ha dicho de muchas maneras”.